Masgomas-1
es un cúmulo masivo de estrellas jóvenes hallado en el brazo
Escudo-Centauro de la Vía Láctea, a unos 11.500 años luz.
En
la actualidad sólo se conocen poco más de una decena de cúmulos
masivos en la Vía Láctea, del centenar que se calcula que existen.
Estos
cúmulos masivos revelan la actividad de formación estelar de las
galaxias y son excelentes para estudiar la estructura y los procesos
de la nuestra.
Investigadores del
Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), la Universidad de La
Laguna (ULL) y el Centro de Estudios de Física del Cosmos de Aragón
(CEFCA) han descubierto un cúmulo estelar masivo cercano a la
Tierra. El nuevo cúmulo, llamado Masgomas-1, tiene unas 20.000 masas
solares, el doble de la masa de Trumpler 14, el cúmulo de estrellas
conocido más próximo a nuestro planeta. En la Vía Láctea solo se
conocen en la actualidad una decena de estos cúmulos masivos (de más
de 10.000 masas solares), del centenar que se calcula que existen.
Son ellos los que marcan el ritmo de la actividad de formación
estelar y resultan perfectos para estudiar la estructura y los
procesos que tienen lugar en nuestra galaxia.
Masgomas-1 es un
cúmulo masivo abierto que contiene más de 60 estrellas jóvenes y
masivas que se mantienen juntas por la fuerza de la gravedad.
Se ubica en la Vía Láctea a 11.500 años luz de la Tierra, en
dirección al centro galáctico, en el brazo de Escudo-Centauro
(Scutum-Centarus)
y algo alejado de la base que une ese brazo con la barra de la
galaxia.
Los cúmulos
estelares son grupos de estrellas que se formaron en una misma época
a partir de la misma nube molecular de gas y polvo. Los cúmulos
abiertos, como el recién descubierto, contienen menos estrellas y
más jóvenes, son menos densos que el otro tipo de cúmulos
existentes, los globulares, con mayor densidad y cientos de miles de
estrellas viejas (evolucionadas). Un cúmulo estelar abierto que se
puede observar a simple vista desde la Tierra son las Pléyades, en
la constelación de Tauro.
Hasta hace poco
tiempo, se suponía que nuestra galaxia, la Vía Láctea, estaba
formando estrellas a un ritmo más lento del que le correspondía por
su tamaño y características. Era, en términos de formación
estelar, “una galaxia perezosa”, cuenta el astrofísico del IAC
Artemio Herrero.
Esta situación
comenzó a cambiar a mediados de los años noventa, cuando empezaron
a proliferar los datos tomados en el espectro infrarrojo. “La luz
infrarroja es capaz de atravesar las nubes de polvo que oscurecen el
plano de nuestra galaxia, donde se concentra la formación de nuevas
estrellas. Esta formación se revela por medio de las estrellas más
masivas, que viven poco, y marcan por tanto el lugar donde las
estrellas se han formado recientemente, o se están formando aún”,
explica Herrero.
El descubrimiento
de Masgomas-1 se ha realizado gracias a las observaciones con el
espectrógrafo infrarrojo LIRIS, instalado en el telescopio William
Herschel del Observatorio del Roque de los Muchachos del IAC, en La
Palma. Este descubrimiento es parte de un programa de búsqueda
sistemática de cúmulos masivos, desarrollado por un equipo de
astrofísicos del IAC y del CEFCA.
Las conclusiones
del trabajo han sido publicadas en el número de mayo de la revista
Astronomy&
Astrophysics. Forman
parte del la tesis doctoral que realiza en la ULL Sebastián
Ramírez Alegría, dirigida por Herrero, que además de investigador
del IAC es catedrático de la ULL, y Antonio Marín-Franch,
investigador del CEFCA.
Nuestra
galaxia, una 'máquina' de formar estrellas
Los datos
infrarrojos de los últimos años han permitido descubrir nuevos
cúmulos de estrellas jóvenes e indican que la Vía Láctea es en
realidad una máquina muy eficiente de formar nuevas estrellas. Según
describe Ramírez Alegría, astrofísico del IAC, “es la nuestra
una galaxia vigorosa y llena de actividad”.
No se sabrá qué
nivel de actividad tiene la Vía Láctea hasta que no se tenga una
idea completa de cuantos cúmulos contiene. Los cúmulos pueden
adoptar cualquier tamaño, pero son los cúmulos de mayor masa los
que marcan la actividad de formación estelar. Hay un consenso
implícito, pero generalizado, de considerar un cúmulo estelar como
muy masivo cuando la masa conjunta de sus estrellas excede las 10.000
masas solares.
Pese a ser objetos
muy masivos, apenas se conocen más de una decena de estos cúmulos
en la Vía Láctea, del centenar que se espera que exista si
comparamos la nuestra con otras galaxias espirales. Por este motivo,
Ramírez Alegría afirma: “El descubrimiento de este cúmulo masivo
por parte de nuestro grupo es un aporte importante para el censo de
cúmulos masivos y le da un fuerte espaldarazo a nuestro método de
búsqueda”.
El método de
búsqueda del equipo del IAC utiliza catálogos estelares en el
infrarrojo (como los catálogos 2MASS o UKIDSS) para buscar
agrupaciones de estrellas (sobredensidades) en determinadas porciones
del cielo. “En lugar de hacer la búsqueda usando todas las
estrellas del catálogo, primero filtramos la fotometría para
quedarnos con estrellas que podrían ser de tipo espectral OB, es
decir, estrellas masivas, y después buscamos agrupaciones. Así,
encontramos grupos de candidatas a estrellas masivas que, con el
resto de las estrellas que las rodean, constituyen el candidato a
cúmulo”, detalla el astrofísico.